Anaís Ruiz

Soy Anaís. Me nombraron así porque en su embarazo, mi madre leía libros de Anaïs Nin.

Heredé de esa autora, su espíritu rebelde e inquieto. Reflejo de ello, fue mi nacimiento prematuro en unos días lluviosos de agosto y, por accidente, en la Ciudad de México.

Mi familia es de Aguascalientes, pero crecí en tierras chilangas.

Mi curiosidad me ha llevado a pisar varios senderos profesionales: al elegir mi carrera estaba entre una licenciatura relacionada con las humanidades o Química; la suerte me sonrió al dejarme en la primera.

Estudié Desarrollo y Gestión Interculturales en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde conocí a muchos compañeros que compartíamos ese ímpetu por la aventura no sólo por viajar, sino por no saber decidir entre tantas disciplinas.

Entre todo lo aprendido, encontré una fascinación por tejer sociedades: entender, mediar y discutir, y allí consideré que la comunicación podría ser un punto importante en ese propósito.

Actualmente estoy aprendiendo y trabajando en la sección cultural de un periódico mexicano, donde descubrí que el chisme también resultó ser lo mío. Me he topado diversas propuestas, proyectos y reflexiones de personas que trabajan en ello, ha sido para mí una fuente de ideas para soltar la pluma.

Hay otras pequeñas cosas que atesoran mi vida día con día: pasear a mi xoloitzcuintle ‘Farah’, beber café, regar mis plantas, andar en bicicleta, percibir el olor a petricor, cuidar los caparazones de mis tortugas, emocionarme con el aroma de los cítricos, reír, platicar, pasear y encontrar nuevos rumbos por explorar.

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